La batería de cañones del Monte de San Pedro forma parte de una antigua instalación militar de defensa costera del Período de entreguerras mundiales situada en lo alto del Monte de San Pedro en la ciudad gallega de A Coruña (España). El altísimo cerro, inmediato a la línea de costa, ofrece la protección balística básica sobre toda la península arenosa en la que se asienta la ciudad, además de actuar como atalaya de las rías cercanas, especialmente de la estratégiga plaza de Ferrol, que fue base de abastecimiento de los U-Boot durante la Segunda Guerra Mundial y uno de los principales puertos militares de la Península Ibérica.
Después de años de abandono y dejadez por parte de las autoridades militares, el Monte fue convertido en un parque municipal y las instalaciones han sido recientemente rehabilitadas como museo, junto con la instalación de establecimientos hosteleros y un elevador panorámico que escala el cerro por la cara marítima. De esta forma, el Monte de San Pedro se ha convertido una zona para pasear y disfrutar contemplando el paisaje y las históricas instalaciones, de las que destacan los búnkeres, las dos enormes baterías costeras y el cañón antiaéreo que las protegía.
Las piezas Vickers que forman esta batería se fundieron en la fábrica de Barrow in Furnes, Inglaterra. Fueron adquiridas en el año 1929 y, tras su verificación y pruebas de tiro, fueron transportadas por mar hasta el puerto militar de Ferrol, y, desde allí, a su ubicación final en A Coruña.
El complejísimo traslado desde el puerto hasta su ubicación final en el monte de San Pedro fue todo un acontecimiento en la sociedad de la época, amante de todos los símbolos de modernidad. Se realizó por medio de raíles desmontables, una considerable proeza de la ingeniería española del momento. Su avance fue lento y complicado, de sólo 200 metros al día, debido a las dimensiones de los cañones, a la orografía y a la fuerte pendiente de la zona de montaje.
Tras su compleja instalación, tuvo lugar su bautizo de fuego el 19 de diciembre de 1933. Desde entonces, las gigantescas baterías efectuaron únicamente 19 disparos, el último de ellos el 24 de octubre de 1977.
Los dos cañones Vickers tienen un calibre de 381 mm (15 pulgadas) y su longitud es de más de 17 metros. Tenían una capacidad de fuego capaz de arrojar proyectiles de una tonelada de peso con un alcance de 38 km.
Actualmente se pueden ver réplicas de los enormes proyectiles (cada uno de ellos pesaba 885 kg) repartidas en el Parque de San Pedro, adyacente a las baterías. Las baterías conservan en perfecto estado la mayor parte de sus estructuras subterráneas, así como las grúas para la elevación de la munición.
Su imponente alcance garantizaba la casi total protección de las rías y costas colindantes de Ferrol, ciudad natal del General Franco e importante centro militar del Norte de España, y A Coruña, uno de los principales puertos marítimos de España y cabeza de una de los refugios naturales más amplios de la Europa medidional.
Para el cálculo de tiro las instalaciones estaban dotadas de estaciones telemétricas, una mesa calculadora que obtenía los datos y una mesa trazadora en la que se representan las trayectorias del disparo y del objetivo. La mayor parte del aparataje se ha conservado en un razonable estado, parte del mismo trasladado al Museo Militar de A Coruña, así como los motores Petters originales, conservados en el propio parque, junto a las baterías.
La presencia de la monstruosa batería de cañones del Monte de San Pedro ayuda a comprender la importancia estratégica de esta costa en la primera mitad del siglo XX. Será durante la Segunda Guerra Mundial cuando estas instalaciones desempeñen el papel intimidador más importante de su historia. La España de Franco, a pesar de su coqueteo con posturas neutrales, ofrecía apoyo a las Potencias del Eje tanto en lo militar como en lo referente al abastecimiento de materias primas. Un material es singularmente recordado en Galicia en referencia a las relaciones comerciales entre Hitler y Franco: el wolframio. Y es que el subsuelo gallego, con más del 70% de la producción española del mineral, fue uno de los abastecedores principales de wolframio (tungsteno) para los proyectiles antitanque y las corazas de los blindados de la Panzertruppe. Este material estratégico comerciado con el Tercer Reich se cargaba en los puertos gallegos, gracias en buena medida a esta destacada protección.
Por otra parte, en una situación de riesgo para navíos alemanes, la presencia de los cañones en el vértice noroeste de la Península Ibérica permitía que los submarinos y barcos de la Kriegsmarine alemana se refugiasen y aprovisionasen en los puertos de Ferrol y A Coruña bajo protección, porque la flota aliada, consciente del alcance de esta batería, no perseguía en estas aguas a los barcos enemigos.
Las dos baterías de costa estaban servidas por una dotación que ocupaba los búnkeres subterráneos, perforados a tal efecto en el subsuelo granítico del cerro del Monte de San Pedro. Parte de estas instalaciones se conservan en buen estado y son visitables.
Junto a ellos, como parte del armamento de protección de las baterías, se conserva una verdadera joya de la artillería de la Segunda Guerra Mundial: un 88mm alemán en excelente estado de conservación. La presencia de armamento alemán nos evidencia la importancia estratégica que el Tercer Reich daba a la costa gallega.
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